Concluir… concluir que nunca fui quien creí que era en tus
ojos, que nunca fui la búsqueda de tu corazón ni el deseo de tus labios.
Concluir que esa daga que llaman amor no estaba destinada a ser empuñada por
mis manos, mas sí a ser clavada en mi espina. Concluir que el tiempo que te di
no fue más que un puñado de horas malgastadas que no llevaban a ninguna parte.
Que aquel camino que pensé podíamos tomar no era más que un pasillo largo y
solitario de paredes negras y suelo pantanoso.
Concluir. Llegué a concluir que no fui el único arrepentido
en este frenesí de emociones. Que no fui el único en pensar que todo esto
estaba mal. Que nunca tuviste el valor para desecharme hasta que te di la
oportunidad. Que todo lo que dos personas alguna vez fueron, desaparece como
espuma cuando ya no hay voluntad de amar.
Perdón. Perdón por intentar cambiar tu forma de ver el
mundo. Perdón por intentar que me quieras. Perdón por querer tenerte en mis
brazos, aun cuando eran otros los brazos que te sostenían. Perdón por mirarte a
los ojos de forma sincera, por ofrecerte la plenitud de mi amor. Por darte la
posibilidad de ser la causa de todas mis sonrisas.
Perdón, pero llegué a concluir que todo tiene un punto de no
retorno. Que las cosas en esta vida nunca son gratis y menos lo son el tiempo y
el amor. Perdón por tratar de inflar un deseo que estaba muerto, por tratar de
revivir un corazón que ya estaba petrificado. Perdón, pero es que está en mi
naturaleza el dar segundas oportunidades. Y terceras y cuartas y quintas…
Perdón, pero concluí que lo mejor es concluir. Seguramente
estarás de acuerdo, al fin y al cabo dudo que te interese demasiado como para
detenerte a pensarlo. No te culpo, simplemente espero que algún día puedas amar
como yo te amé. Quizás, solo quizás, en ese mismo instante, entiendas lo mucho
que te quise.