Estábamos tan cerca que nuestras respiraciones laceraban nuestras
pieles. Tan cerca que nuestros pensamientos eran casi audibles, pero no lo
suficientemente claros. Llegaste y te envolví en mis brazos, sentí que nadie
cabía en ellos como vos, que nadie
más que vos tenía la forma necesaria para rellenar el vacío en mi interior.
Eras la única ilusión que me ataba, la única esperanza que me desvelaba, pero
te fuiste. Tan rápido, tan indiferente. Me quedé en la puerta mirando como te
alejabas, esperando que voltearas para ver si yo aún seguía allí, para ver si
aún quedaba algo por rescatar. Pero todo fue en vano. Desapareciste en la noche
y nunca más te vi, te fuiste con lo último que me quedaba de luz, con lo último
que tenía para entregar, y nunca volviste.
Ahora paso mis madrugadas escribiendo textos que nunca vas a leer, plasmando pensamientos que nunca te voy a revelar. Todavía sos mi primer pensamiento por la mañana, mi último deseo por la noche. Todavía tenés el descaro de aparecer en mis sueños para recordarme que no te tengo y que nunca te voy a tener. Todavía no entendiste que hubiera entregado todo por vos. O quizá nunca te importó.
Un beso, un abrazo de despedida y una sonrisa grabada en mi retina que no deja de atormentarme. Las aves van a seguir cantando por la madrugada cuando llegues a tu casa, el sol va a asomar por el horizonte en cuanto apoyes tu cabeza en la almohada y yo me despierte pensando otra vez en tus ojos.
Tan inconsciente de que hay alguien en algún lugar que no duerme por saber de vos, tan inconsciente de que hay alguien cerca que ya no sabe lo que es vivir desde que vio tu espalda marcharse, tan inconsciente de que sin vos alguien no puede seguir adelante.
Media hora me separa de otra noche de sueños y suspiros solitarios, media hora me separa de volver a verte en mi mente con los ojos cerrados, pues no puedo hacerlo con los ojos abiertos.
Me hundo en esta espiral infinita, me hundo en los lamentos, me hundo en la noche oscura, en el día triste. Me pierdo, me pierdo en la espesura del olvido, me pierdo en los yuyos de la desolación. Esto es todo lo que tengo, esto es todo lo que soy, me gustaría abrazarte, besarte una última vez pero es demasiado tarde y una lágrima adorna el rabillo de mi ojo. Un sueño necesita ser soñado y el soñador ha de ir a soñar y quizás ahí te encuentre, quizás ahí, finalmente, seas real en mi vida.
Ahora paso mis madrugadas escribiendo textos que nunca vas a leer, plasmando pensamientos que nunca te voy a revelar. Todavía sos mi primer pensamiento por la mañana, mi último deseo por la noche. Todavía tenés el descaro de aparecer en mis sueños para recordarme que no te tengo y que nunca te voy a tener. Todavía no entendiste que hubiera entregado todo por vos. O quizá nunca te importó.
Un beso, un abrazo de despedida y una sonrisa grabada en mi retina que no deja de atormentarme. Las aves van a seguir cantando por la madrugada cuando llegues a tu casa, el sol va a asomar por el horizonte en cuanto apoyes tu cabeza en la almohada y yo me despierte pensando otra vez en tus ojos.
Tan inconsciente de que hay alguien en algún lugar que no duerme por saber de vos, tan inconsciente de que hay alguien cerca que ya no sabe lo que es vivir desde que vio tu espalda marcharse, tan inconsciente de que sin vos alguien no puede seguir adelante.
Media hora me separa de otra noche de sueños y suspiros solitarios, media hora me separa de volver a verte en mi mente con los ojos cerrados, pues no puedo hacerlo con los ojos abiertos.
Me hundo en esta espiral infinita, me hundo en los lamentos, me hundo en la noche oscura, en el día triste. Me pierdo, me pierdo en la espesura del olvido, me pierdo en los yuyos de la desolación. Esto es todo lo que tengo, esto es todo lo que soy, me gustaría abrazarte, besarte una última vez pero es demasiado tarde y una lágrima adorna el rabillo de mi ojo. Un sueño necesita ser soñado y el soñador ha de ir a soñar y quizás ahí te encuentre, quizás ahí, finalmente, seas real en mi vida.
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