6 de abril de 2015

La mañana tornasolada


Traté de creer que el tiempo me haría ver la cosas con mayor claridad, de que alejarme para ver la escena completa era lo que necesitaba para entender la película, pero sigo estancado en este pantano de memorias y la escena no cierra si no estamos los dos en ella.
Traté de encontrarle sentido a volver a tus brazos, de encontrar una nueva excusa para intentarlo de nuevo.
Traté de desenterrar las migajas de pan que me llevarían de vuelta a tu refugio, aquel en el que te resguardas cuando el sol brilla y la lluvia azota.
Traté de desempañar los vidrios de aquella ventana que oculta el sueño más hermoso que los dioses permiten a los hombres soñar. Aquella ventana que desnuda el oeste a un anaranjado furioso cada tarde ante tu atenta mirada.
Traté de separar las sombras de mi recuerdo de las sombras de mi deseo, de borrar con llanto lo que habíamos tallado en piedra.
Traté de ser lo que siempre esperaste y ahora no soy más que lo que siempre odiaste. Me vuelvo un fantasma en las noches donde tu sueño se esconde de tu descanso y borro los rastros de gozo que alguna vez dejamos por el camino.
Una vuelta y un adiós inevitable, un beso enrarecido en una mañana tornasolada. Y aunque el tiempo pase y el mundo olvide, dentro mío siempre habrá una lágrima dispuesta a caer por vos.